El no-maestro que quizá sí existió

Todo empezó con la difusión en Internet de un conjunto de aforismos que llevaban algún tiempo circulando en ambientes alternativos. Nadie sabe a ciencia cierta de dónde provienen. La explicación universalmente aceptada pero no tan universalmente creíble es que su autor, Konshe Joshvendo, los entregó al salir del país a un desconocido funcionario de aduanas de una remota frontera del país. Un paralelismo demasiado notorio con la leyenda de Lao Tsé, según la cual, éste entregó los poemas que forman el Tao Te King, el libro fundacional del taoísmo, a  otro funcionario de adunas del imperio chino cuando, cansado de las intrigas de la sociedad, se alejaba del país montado en un buey. Aquello sucedió aproximadamente en el siglo VI antes de Cristo. De Lao Tsé nada más se supo, pero su legado dio lugar a esa extraña mezcla entre filosofía y religión que es el taoísmo.

De Konshe Joshvendo sabemos algunas cosas más. No su verdadero nombre, ya que tuvo muchos a lo largo de su vida y quienes le conocieron -o creían conocerle- no se ponen de acuerdo en cómo se llamaba. Su apodo viene de su agudeza a la hora de dar al prójimo consejos que no sabía aplicar para sí. Y, curiosamente, la parte emergida de la experiencia vital de este hombre de contradictoria vida se ha convertido en un modelo de búsqueda del sentido  basado precisamente en la vivencia de la contradicción y la incoherencia.

Es muy probable que Konshe Joshvendo existiera, incluso que aún viva. En otras entradas se explicarán con más detalle las causas de su popularidad.

 

 

 

¿Quién es Konshe Joshvendo?

Ya casi todo el mundo ha oído hablar de Konshe Joshvendo. Sus aforismos, tras difundirse a través de Internet, han trascendido la moda para convertirse en un fenómeno social. Tras su lectura, millones de personas aseguran haber comprendido, aunque no saben explicar el qué. Se dicen transformadas, pero el único cambio observable consiste en una insultante incoherencia de comportamiento.

“Nunca creáis lo que yo digo y mucho menos hagáis lo que yo hago”, parece ser una de las máximas del no-se-sabe sabe si oculto o desaparecido anti-guru que ha provocado este alboroto. Toda una exhortación a cultivar las propias intuiciones en detrimento de las ideas preconcebidas de quienes dicen saber lo que dicen, proveniente de un extraño personaje que asegura haber hecho de lo incompatible y lo contradictorio la materia prima sobre la que trabajar en su búsqueda del sentido de la vida.

Pero no confundamos la leyenda y el mito que empieza a nacer con la realidad: Konshe es sólo un hijo de la contradicción y el sinsentido de nuestra época y de nuestra mente, la de una cultura que tras una larga, brillante y siempre agónica carrera, ha llegado a un callejón sin salida.

Su propuesta es huir hacia adelante y adentrarse  en eso (que no nos atrevemos a llamar orden) que nace de la intersección entre los dos ejes que urden nuestro mundo: la razón y lo irracional. Un territorio del que no puede haber cartografía porque depende de la experiencia personal de cada uno.